ENCUENTROS LUNÁTICOS

 

 

Dichosos estados alterados
de esta profunda y sagaz inconsciencia.

Ha vuelto a suceder.

 

La luna está demasiado cerca.

 

Deambula en el metaverso,
dentro de las profundidades oscuras de mi voluntad.

Atracción gravitacional en mareas vertiginosas

y muy contradictorias

 

que me llevan (irremediablemente)


a ti.

 

LUNA NUEVA EN TU PECHO

 

La tentación cíclica se desata
cuando tus labios se conjuran
para pronunciar las palabras prohibidas por Artemisa.

 

Oscuridad.

Lucidez total.

 

Te recorro de memoria
guiado solo por ese extraño magnetismo que nos eclipsa.

Peregrinaje intuitivo

 

Me encuentro 

a mi mismo

en el reflejo de tu espejo.

Es tu cara más oculta, a la que solo

 

yo


tengo acceso.


¡Que comience el juego!

 

Cuerpos que se atraen por
obra y gracia de nuestros espíritus enardecidos.

Quiero abandonar mis carnes
para irrumpir en lo más intrínseco de tus impulsos…

Al unísono,
en concordancia con este instante perpetuo.

 

 

Mi humanidad te carcome por dentro,

llenando de luz
este estallido de brío y psicodelia intensa.

 

Construcción.


De construcción.

 

Construcción.

 

De construcción constante.

 

La química confabula con la física

para santificar mi subjetividad  pagana

y muy turbulenta.

 

 

Es,


simplemente,
la razón de ser de mi existencia poética.

 

 

Gula sentimental a escala hipersexual
que converge en resacas románticas
con un sinfín de nuevos comienzos sensuales

 

y muy emocionales.

 

¡LUNA CRECIENTE EN TUS LABIOS!

 

Porque sé cuando empiezo,

pero nunca cuando acabo.

 

Secuencias que                                       

se                                 

estiran.

 

Tu lengua transgrede los límites que solo

yo

conozco,

para revitalizar a todas mis incoherencias errantes …

Más nunca muertas.

 

Trenzas de carne.
Nudos de energía viperina.

Bocas que emanan el poder místico de
unas voces acalladas por el silencio oral mejor pronunciado

de todos los tiempos.

 

El discurso se convierte en credo.

Ojos anclados en metáforas de sumisión

y palabras nunca dichas.

 

Secretos a gritos desvelados por tus pupilas mutantes.

 

El verbo resbala por tu cuello,
articulado por mis labios jugosos y la sed de tu piel.

 

¡Fantasía apoteósica!

 

Tu esqueleto tatuado marca el camino.

 

Mi ser


solo


cae

 

y

 

cae

 

en las profundidades de una codificación encriptada.

 

Los hombros

 

son siempre

 

una parada obligatoria.

Me incitan con garbo
en la dicotomía más profunda.

 

Tengo que morderte.

 

Mis dientes en tu piel suave,
como la fiera que juega con su presa favorita.

 

Me recreo en tus pechos:

Entidades comandadas por dos exuberantes pezones capitanes.

Me alisto en su ejército,

complaciendo sus caprichos
con la lealtad de un soldado raso.

Cada vez que cumplo con mi deber en esta localidad de tus monumentos,

doy gracias a los artistas que gestaron tan magna obra de arte…

Digna del divertimento de todos los dioses del infierno.

 

(El del cielo siempre está muy ocupado con su ego para permitirse pasar buenos momentos)

 

Sigo mi periplo hacia el sur de tu geografía.

Visita anecdótica por ese ombligo enigmático.

Lugar de peregrinación donde la energía nos une.

Voltaje muy nuestro
que encarna en reencarnaciones nunca concluyentes.

 

 

El olor a festín me está volviendo loco.

 

 

Puedo sentir los latidos de tu corazón
que rebotan en todas las esquinas

cóncavas

y

convexas

del espacio exterior.

 

Por momentos parece que entran en mi pecho.

Me contagio de ese ritmo delirante


(en bombo a negras a dolor)


que modifica mi vida por completo.

 

Pronuncias eso que siempre quiero escuchar.

 

Voces dulces que insistan al desenfreno.

 

No puedo más que tomarte la palabra.

 

¡Keep going!
Estoy frente a tus labios de nuevo.

 

LUNA LLENA POR FIN.

 

Tus manos me empujan hacia el abismo.

Solo el aroma es un deleite.

 

Caudal millonario que emana delicias de ahí dentro.

 

El río Trent me guía a la madre de tus tesoros.

 

Diamantes,

esmeraldas,

rubíes

y estalactitas incandescentes de una mina sagrada

Inédita
e inexplorada.

 

Lo quiero todo.
No sé por donde empezar.


¡Maldita codicia!


Me decanto por el método de la provocación.

Soy como un niño

coqueteando con el helado que se derrite inclemente,
víctima de mis calores.

Lametazos tímidos.

Chupetones desinhibidos.

 

 

Mis labios se descubren a sí mismos y se gustan
cuando se re inventan.

 

 

Siento como aprietas las piernas.

Vienen los temblores telúricos.

Te contraes entera para soltarlo

 

TODO

 

en ráfagas, avalanchas o suspiros.

 

Es la incoherencia total de la exquisitez extrema.

 

Me pides más. Viene la caballería.

 

Mis tentáculos apoyan a la brigada oral,

atacando a tu humanidad por todos los frentes:

 

Tu inhóspita caverna y la retaguardia…

Por si alguien se escapa.

 

 

No tardas en delirar,

víctima del éxtasis.

 

Retumban los fuegos volcánicos.
La lava hirviendo tiñe mis barbas.

Magma de vida y resurrección perpetua.

 

 

Sales de tu cuerpo,
para disfrutar de la belleza de tus curvas bajo la luz de la luna.

 

Ojalá y tuviéramos una habitación forrada de espejos para estos menesteres.

Disfrutar de la gramática del suceso sería memorable

y siniestro
al mismo tiempo.

 

LUNA MENGUANTE DE AFRODITA

 

Mi puesta en escena crece

y crece 

como la nariz de Pinocho cuando dice mentiras.

 

Necesito tentarte con tu fierro favorito.
Puñal de carne que te perfora lo más profundo.

 

Entro en ti:

 

Fanfarreas,
trompetas,
coros angelicales pero muy guturales

y coreografías repetitivas
plagadas de onomatopeyas salvajes.

 

Movimientos simples que parecen muy complejos.

 

Soy un ilusionista que entra y sale ejecutando

 

(uno por uno)

 

todo el abecedario de trucos

 

(habidos y por haber)

 

en la chistera del mago que tiene secuestrado

a tu conejo travieso.

 

Soy el fantasma
que profana tu templo,
con la bendita presencia de un demonio benévolo.

 

Resucitan las culebras de tus rizos de oro.

 

Es el culto en honor a ti misma:

Cosecha desbordante
narrada en prosa y rima disonante.

 

Montaña rusa.

 

Marea traviesa,

anárquica,
que sube

y sube

 

pero

 

(en algún momento)

 

baja

 

y

 

baja

para repuntar y estallar de nuevo

en las pendientes del purgatorio de tu espalda enigmática.

 

Espuma.


Nos sentimos siempre observados.

Ojo omnipresente.

Mirada todopoderosa.

 

Nuestro idilio es envidiado en la tierra y en el cielo.

 

¿Acaso Dios aprueba la osadía de dos mortales que se aman como seres sobre naturales?

 

Se rumorea en el purgatorio que

el jefe de los cielos

aparca a su ego (por momentos)
para observarnos a escondidas,

mientras se masturba detrás de su guitarra.

 

Interpreta melodías llenas de soledad y prepotencia:

“Donde nadie sabe de él, pero es
SIEMPRE
parte de todos”.

 

Morbo divino.

 

Depravación teológica,
que corrompe al creador mucho antes de Eva y Adán

pero después de la Música Ligera.

 

¡Breaking news! ¡Última hora!

Cae nieve celestial en la ciudad de la furia.

 

Volvemos al comienzo.
Evocaré al Creador.
“Te llevaré hasta el extremo. ̈

 

Vamos a reescribir
el juego de seducción desde el principio:

 

LUNA NUEVA otra vez,
en el planetario estrellado de nuestra constelación extravagante.

 

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