El poeta propone y la musa dispone.

 

¿Posarías para mí?

 

Como la modelo que permite que el pintor la reproduzca 

con la mirada que manipula  al carboncillo.

 

Vendo mi alma al mejor postor

con tal de 

disfrutar de unos instantes 

 

(suspiros en docenas)

 

para tratar de olerte con los ojos,

inventariarte con los olores

y sentirte 

 

mucho antes de tocarte.

 

Surgen preguntas:

 

¿Me observarías de forma retadora?

Serías una modelo tímida y fría…

En espera de los designios del arte

 

o,

(por el contrario)

tomarías 

las riendas del devenir,

abusando de la creatividad de mis letras.

 

Vamos por partes:

 

La magia del arrebato viene 

 

de la mano 

 

con lo que se sugiere de forma 

no explícita.

 

Haré aspavientos  y  fiestas,

regocijándome con todos los pequeños,

pero grandes detalles:

 

La luz de los faros de tus ojos.

Los esbeltos huesitos 

que custodian tus hombros, 

la cadencia de tu espalda 

o la potencia gramatical de tu pecho 

en carne viva.

 

La ropa se va evaporando 

por los designios de 

una telekinesis 

en doble vía.

 

Caderas de

pánico  y locura.

 

Cintura idílica,

tentación en las piernas que enmarcan

a toda una obra de arte generativo.

 

Debes ser tan bella 

que me da reparo imaginarme 

reescribiendo 

tus códigos más secretos.

 

Tenerte desnuda será 

una bendición demoníaca en toda regla.

La virtud del pecado

encarnado por un ángel del infierno.

 

Tus llamas me incitan

en un porvenir plagado de 

gemidos 

y la idea de tus fluidos que

altera mi conciencia.

 

Te tatuaré mis rimas:

 

Una 

una 

en esa piel 

pura,

libre de tentación o pecado.

 

Recurriré a la tinta de vino tinto,

para poder 

corregir y retocar 

cada verso 

con la semántica de mis labios 

en la locura de tu cuerpo.

 

Suéltate el pelo.

Quiero despeinarte la libido. 

 

Rétame con la indiferencia

de una presa 

que anhela escondida

ser poseída por una fiera.

 

Ven a mí.

 

Toma el control de mi lápiz

y escribe con tinta blanca 

el devenir de este momento 

sobre tu pecho.

 

Estos menesteres suelen salirse de control.

 

Los versos son caprichosos,

cobran vida por sí mismos.

Los conozco…

Van a querer apoderarse de 

tu aliento

y grafitear palabras sagradas

(con puntos aparte y caligrafía exuberante)

 

adentro,

 

muy 

 

dentro 

 

de 

 

ti.

 

Cadencia,

juego y celebración de una ópera prima

que está por empezar.

 

¡Que comience el baile de la poesía  en tu honor!

Alimenta a mi inspiración

(que yo)

llenaré de júbilo tu existencia letrada infinita.

 

Puede que esté posado termine 

con una obra maestra,

que nunca comience 

o que 

se prolongue de modo perpetuo,

en una retroalimentación 

de sensualidad y deseo prolífero 

sin fecha de caducidad.

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