Palabras mutantes.

 

Letras fantasiosas.

Gregarias de la lírica.

Consumistas compulsivas de tu fragancia.

Devoradoras de mi aliento, 

mi intelecto 

y de las noches en las que te descubro 

desnuda de retórica y cubierta solo de rimas dinamita.

 

No sé bien si este apetito carnal imparable me viene de

ELLAS 

o es mi naturaleza vampira.

Esa que se esconde detrás de todas tildes que no pongo, 

para dar pases de pecho y Verónicas

a las cornadas de tus silencios.

 

Habrá algún contexto en el que

este desfile

de vocales 

y consonantes disonantes perseguidas suenen a hechizos.

 

Letanías que pretenden humedecer

la puerta grande

de tu templo puro y sagrado … 

Justo en la luna en que se tiñe de rojo pecado carnal intenso.

 

Pero,

 

desde otro punto de vista…

 

Llamar lírica a mi excitación habitual repetitiva,

es solo por el capricho de inmortalizar este morbo caníbal que desprendes

 

fuera de la locura de mi existencia.

 

La timidez literaria empieza a diluirse en mis horrores de ortografía.

 

Si el castellano es mi lengua materna…

Tengo el derecho y el deber de someterlo

como la amante que le inflige dolor a su compañero de juegos….

Nada más y únicamente por  hedonismo y placer extremo.

 

Bondage digital 

y esa costumbre de vomitar en mi teléfono móvil el devenir de mis erecciones:

Encantadora de mi serpiente,

no dejes de tocar la flauta mágica.

Que se levanta por todo lo alto,

ante tu más mínimo impulso o sobresalto.

 

En medio de este carnaval me disfrazaré

 

de amo,

 

o de sumiso….

 

No lo sé bien.

 

Mejor: Seré un switch de las letras.

Aquel que hace y se deja hacer todo

(con tal de poder relatar sin perder detalle)

todas esas morbosidades siderales

que se me ocurren

cuando me entrego al imaginario de tus huesos.

 

¡Silencio por favor!

 

Quiero escuchar la música de tu respiración

y disfrutar del recuerdo de tus movimientos.

 

Acariciemos la muerte en estéreo digital,

envuelta en sollozos, gemidos y hasta rugidos profundos de nuestro lado indomable.

 

Y al resucitar

bañados en sudor de nuestras finas hiervas,

 

demos la bienvenida a todas estas palabras mutantes,

 

escrictas a fuego en centro de tus pechos.

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