Velocidad. 

 

No significa nada para mí si no te respiro.

 

El vértigo más profundo lo siento en las carreteras de tu piel: 

Derrapes inconclusos.

Sangre en el espejo retrovisor.

 

Nunca se para donde vamos. 

 

Siempre acabo sin frenos,

muy dentro de ti en dirección                                  

“vuelve a intentarlo, esta vez por detrás”.

Estoy arto de conducir.

 

Me dejas las uñas clavadas en las mejillas cada

vez que te corres sin el cinturón de seguridad.

 

Esta vez vamos a probar algo diferente. 

 

Nos subimos en volandas a un autocar.

Era de madrugada.

La Lluvia acariciaba con brío y musicalidad punk las latas del viejo autobús que

atravesaba la animalidad de nuestra realidad confundida.

Jamás supimos el destino.

 

Solo queríamos ese asiento de atrás.

Mientras atravesábamos el pasillo 

te quitaste las bragas delante de un siniestro,

que se las quedo y las olió todo el trayecto.

 

Te sentaste sobre mi mejor amigo.

 

Entre directo en ti,

sin embrague,

sin carnet

y sin licencia… 

Sobrepasando el límite de velocidad.

 

La lluvia arreciaba y el viento marcaba el camino.

Tapaba tu boca porque gemías,

provocando que la peña empezara a acariciarse la entrepierna.

 

Sucedió lo inevitable,

tus orgasmos rodaron sin frenos 

de la mano de tus gritos.

 

El autocar aumentaba la velocidad,

como si el conductor fuera tu clítoris  sobre estimulado o tus pezones en llamas.

 

Exigiste que entrara por donde más morbo te da.

Carita de pervertida y el popular:

“Dame más”

 

Espectáculo sideral que concluyó como un dejavú trascendental 

(ya lo habíamos hecho hacia unas líneas).

 

Crónica de una “muerte” anunciada:

El autocar se detuvo en medio de la tormenta y el conductor nos obligó a bajar.

 

Los pasajeros aplaudían mientras tú 

saludabas como una diva a tu público ferviente y siempre entregado.

 

Algunos miraban con pena,

otros con envidia de la buena

y no faltó quien nos apoyara gritándole

 “mal  follado” al conductor.

 

Aún estabas muy caliente.

 

La lluvia causaba el efecto doppler en tu cabeza loca

y acabamos terminando en lo que empezamos sobre ruedas,

en la parada de una línea de bus fantasma que no funcionó jamás.

 

Entrar en ti bajo la lluvia fue sublime.

 

La naturaleza, el cielo, los truenos y la carretera…

 

Todos celebraban la vida en nuestras carnes.

 

Era solo un ritual único de entrega muy a nuestra manera.

 

Amaneció. 

 

Cielo inyectado de la purpurina de tus párpados. 

 

Sudor,

semen

y los rezagos de la psicodelia.

 

(como siempre)

jugando con mi Ventolin

y la paranoia de ahogarme como un pez fuera del agua.

 

No recuerdo bien como regresamos a casa…

 

Tengo flashes tomando mezcal de tus labios

en la parte de atrás de una furgo de alguien que

no sabía muy bien como conducir.

 

¡Fin del trayecto! 

 

Han pasado dos semanas…

No dejo de pensar en la canción que tarareabas sin parar, 

en la lluvia en mi cara 

y en las pupas de mis labios víctimas de tus mordiscos…

 

“ I wanna fuck you like an animal

I wanna feel you from the inside

I wanna fuck you like an animal

My whole existence is flawed”

 

   
     

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